Agroecología en acción: Nativa Sur abrió sus tranqueras para socializar su experiencia en agricultura agroecológica y ganadería regenerativa.
Lugar
Nativa Sur
Sector
Agroecología en Campo Extensivo
Location
San Antonio de Areco
Agroecología en acción: Nativa Sur abrió sus tranqueras para socializar su experiencia en agricultura agroecológica y ganadería regenerativa.
El jueves 31 de octubre de 2024 el establecimiento agrícola-ganadero “Nativa Sur” abrió sus tranqueras en San Antonio de Areco para compartir con productores, productoras y público general su experiencia de transición agroecológica. La actividad, organizada por el Grupo para la Promoción de la Agroecología Arequera (GruPAA), contó con la participación de los Ing. Agrónomos José María Sills y Cecilia Miserendino, propietarios, habitantes y productores del establecimiento y con la presencia del Ing. Agrónomo Sergio Toletti, especialista en regeneración de suelos y en sistemas agrícola-ganaderos agroecológicos.
Durante la jornada, se destacó cómo el manejo agroecológico, iniciado hace cinco años, les permitió abandonar el uso de agroquímicos, reducir la erosión y mejorar la fertilidad del suelo a través de prácticas como los policultivos y la integración de la ganadería, brindándoles beneficios económicos, ambientales y sociales.
La actividad incluyó el recorrido de lotes, donde se abordaron temas clave como la importancia del suelo, la biodiversidad y la transición hacia sistemas menos dependientes de insumos externos. Toletti subrayó el valor de construir fertilidad natural en los suelos y mostró con pruebas prácticas las diferencias entre suelos degradados y aquellos manejados agroecológicamente. Los asistentes también reflexionaron sobre los desafíos estructurales, como las leyes de alquileres, que dificultan estas transiciones en campos arrendados. “Nativa Sur” se consolida como un ejemplo inspirador de producción sostenible en una región dominada por prácticas convencionales, demostrando que es posible producir de manera rentable y cuidar el ambiente al mismo tiempo.
A continuación compartimos de forma exhaustiva los temas tratados, las experiencias vividas y el intercambio que se ha dado en este nutrido encuentro.
Así comenzábamos la jornada…
“Nativa Sur” es un campo familiar de 260 hectáreas que hace 5 años comenzó un camino de transición productiva hacia la agroecología, motivados por la búsqueda de prácticas alternativas que no sean insumo dependientes y que permitan disminuir los riesgos y evitar daños al ambiente y a la salud. “Cómo puede ser que estemos fumigando en un campo que está a 50 metros de la casa”, reflexionaba Cecilia junto a José María cuando en el 2018 empezaron a pensar en otro modelo productivo.
“Cuando escuchamos a Sergio, quedamos encantados. Descubrimos que la base de todo es el suelo, el suelo que nosotros particularmente no mirábamos tanto. Nosotros mirábamos la parte de arriba, sin darle importancia a lo que es el suelo, lo que está abajo. Y ahí surge la vida”, mencionó José María en el punto de reunión bajo la sombra de una arboleda de su hogar y ante más de 50 asistentes, entre los que se hallaban productores y productoras de San Antonio de Areco y zonas aledañas.
Tras la bienvenida y los agradecimientos, y ante la exhibición de una vasta bibliografía sobre agroecología desplegada sobre una mesa, se lo presentó al Ing. Sergio Toletti y su libro “Trascender la escasez”. “Los libros que ven allí son los que nos acompañaron en estos 5 años de transición. Creo que la manera de producir que teníamos no era buena. Y la gran pregunta que siempre te hacen es «¿pero te da?». Y yo les puedo asegurar que da. Y particularmente lo que da es mucha tranquilidad”, añadió Jose María como reflexión final del primer momento del encuentro antes de dar la palabra a Sergio.
“Yo creo que todavía en Argentina podemos trabajar en suelos malos por la cantidad de insumos que usamos. La tecnología te permite hacer agricultura en suelos degradados. Ahora, cuando uno se plantea usar menos insumos, en realidad lo que uno tiene que hacer es mejorar sus suelos. Esa fertilidad que tenían los suelos cuando vinieron los colonos acá nadie la compró. Y un poco la idea es ver cómo uno puede construir la fertilidad y no tener que salir a comprarla”, comenzó sosteniendo Sergio luego de agradecer la invitación. A lo que agregó que los establecimientos que asesora en agroecología son rentables, no tienen deudas y ganan hasta 2000 kilos de carbono por hectárea, un proceso inexistente en la agricultura convencional. “Esto es un cambio de paradigma. Cada zona tiene que tener su tipo de agricultura y ganadería, no como ahora que con la misma receta hacés todo. Por eso hay que conocer mucho del suelo y saber cómo se construye la fertilidad” continuó expresando Sergio mientras Cecilia destacaba que desde que empezaron con el manejo agroecológico, particularmente con la implementación de policultivos, la erosión desapareció y las cárcavas que se formaban en el campo por el manejo convencional dejaron de ser un problema.
“Los policultivos confieren una gran ventaja al suelo. En la naturaleza no hay monocultivos, el monocultivo no genera fertilidad. Cuando uno se pone a ver, si bien la competencia existe en la naturaleza, es más lo que se facilita y complementa entre especies que la competencia”, agregó Sergio a la par que destacaba las sinergias que ocurren entre distintas especies de un policultivo. Al respecto, José María resaltó que en Nativa Sur han dejado de usar agroquímicos por la integración de la ganadería y los policultivos. Los policultivos, por ejemplo, favorecen el control biológico de plagas. La integración de la ganadería contribuye al control de las “malezas” cuando a los animales se les permite acceder a los rastrojos, a las que también controlan con movimientos superficiales de los suelos, reconociendo que hasta el momento no encontraron otra solución.
Pasada la bienvenida y las primeras aproximaciones teóricas a la agroecología, se invitó al público presente a recorrer diversos lotes del establecimiento “Nativa Sur” que ilustran los distintos manejos agroecológicos, tanto agrícolas como ganaderos, que fueron siendo mencionados. En cada parada, se narró la experiencia transitada y se reflexionó, junto a Sergio, en torno a las ventajas y los desafíos que conlleva cada manejo.
Parada en un lote de policultivo de arveja y cebada
Rodeados de un policultivo de arveja y cebada de notoria vitalidad y prontos para la cosecha, José María acentuó las ventajas de dicho policultivo: “Hace 15 o 20 días hicimos una recorrida con los chicos de GruPAA. Acá antes había muchos problemas de pulgón con las arvejas. El Dr. Emmanuel Zufiaurre, que es un gran conocedor de la parte de entomología, nos decía «miren, miren...» y la cantidad de vaquitas que había era impresionante. Esta vuelta no tuvimos problema con los pulgones. Puede haber habido algún ataque de pulgón pero si ven la cantidad de vainas que hay, muchos problemas no ha habido”.
Además, Sergio mencionó que mantener el suelo siempre cubierto trae muchos beneficios: “No tenés que dejar nunca que aparezca algo que esté fotosintetizando que vos no puedas controlar. Y si el lote tiene mucha biodiversidad mejor”, señaló haciendo también hincapié en la importancia del aporte de materia orgánica al suelo. Para explicar su importancia, comparó la estructura de poros de un suelo con una bóveda: “La bóveda es como un poro donde los ladrillos son los minerales del suelo -arcilla, limo y arena- y el cemento es todo materia orgánica. Son las sustancias que producen los hongos, por ejemplo. De allí la importancia de que el suelo aloje hongos. Y lo que ha pasado es que, como perdimos materia orgánica, vos empezaste a gastar el cemento entre los ladrillos y así se empiezan a caer los limos y empiezan a tapar los poros. Entonces, no es compactación de pisar, que puede ser también, sino que es compactación de que se tapan los poros con los mismos minerales del suelo”, explicó Sergio resaltando también que la presencia de hongos y microorganismos en el suelo contribuyen a la solubilización de los minerales.
“Cuando vos ves que hay un mapa del INTA que te dice que nos estamos quedando sin fósforo, en realidad lo que te están diciendo es que el fósforo soluble es cada vez más chico, porque la planta saca y nadie solubiliza. Lo que pasa entonces es que falta solubilización. Nosotros tenemos en Adelia María [Córdoba] un monte con 150 ppm de fósforo soluble, pero ahí cagan pájaros, las hojas se caen, se pudren, hay hongos, hay microbiología… acá le venís dando con un hacha”, agregó como contraste y crítica a la agricultura convencional que fomenta el monocultivo. “Hay un concepto, yo siempre hablo de la cantidad de energía que necesitás para fijar o sacar fósforo, que dice que esa energía sale del sol. El suelo es como una batería. Se carga con la pantalla solar que son las plantas. Cuando vos tenés 6 meses que no hay nada fotosintetizando, esa batería se empieza a agotar. Y para sacar fósforo, para que los microorganismos produzcan un ácido que solubiliza el fósforo, necesitan energía… todo es energía. Todo se basa en la energía. Si vos no tenés verde fotosintetizando, no va a cargar el suelo. Y vas a tener que ir a comprar la urea”.
En esa misma dirección, Cecilia notó un aspecto sumamente importante vinculado con el uso y aprovechamiento del agua: “Hay otra cosa también con respecto a los fertilizantes y es que la exigencia del uso del agua es muy diferente en un sistema convencional que en otro alternativo. Un fertilizante agrega sales y las sales piden mucha agua. Y te pasa esto de los «cultivos sedientos». En un cultivo convencional te encontrás con que siempre le falta agua. Y eso un poco se nota también, en la poca experiencia que tenemos, que el agua se utiliza de otra manera, se guarda de otra manera”, concluyó.
Antes de avanzar hacia otra parada, Sergio compartió uno de los principales problemas que reconoce al momento de pensar en una transición agroecológica: “Yo creo que con la ley de alquileres de acá no se puede hacer regeneración de nada. Vos tenés algo atrás que te está empujando y que es inviable. No puede ser que tengamos semejante ley de alquileres. Que te estén apurando y que cada año aumenten los alquileres… porque te empuja a seguir haciendo lo que venís haciendo y cada vez te empuja más hacia el abismo. O sea, va quedando gente cada vez más grande, más concentrada la agricultura. Ellos [refiriéndose a José María y Cecilia] lo pueden hacer porque es campo propio. Si a vos te ponen en el cuchillo de que mañana me tenés que pagar 15 quintales del alquiler de soja, olvidate. Es como que de a poquito te están empujando hasta sacarte del sistema”, reflexionó mientras la concurrencia abandonaba el lote sembrado con cebada y arveja.
Parada en lote de pasturas y rodeo
Parados frente a un lote donde se observa al ganado pastando, José María y Cecilia comentaron que con el manejo holístico que vienen implementando ya casi no necesitan hacer reservas. Los animales se alimentan de pasturas y de los rastrojos de las cosechas. “Para tratar de redondear lo que es el manejo holístico hay que contemplar que se manejan dos grandes tiempos: un tiempo de crecimiento de las pasturas y un tiempo de no crecimiento”, señaló José María durante el encuentro. En su explicación contó que durante el período de crecimiento las rotaciones son más frecuentes para aprovechar esa disponibilidad y que el ganado coma lo que le gusta. Cuando los calores empiezan a descender y se retira el verano, la producción de pasto empieza a bajar. “Entonces, venimos y medimos en el campo y sabemos qué es lo que tenemos. Y en base a lo que tenemos, lo distribuimos. Y esa planificación la hacemos para que pase la hacienda en invierno una sola vez por cada potrero diseñado”, explicó José María. También resaltó que la hacienda tiene acceso a las calles y a montes con sombra que sirven como refugio cuando hace calor y que el agua es ofrecida en las mismas parcelas de pastoreo, generando que los animales no se amontonen para beber.
Con respecto a las especies ideales para las pasturas, Sergio mencionó que “hay que entender que cada lugar es apropiado para plantas diferentes. No se puede aplicar la misma receta en todos lados. Cuando no respetamos eso, artificializamos el campo. Cuando vos querés hacer algo que no es de la zona, te cuesta del bolsillo. Entonces yo siempre digo lo mismo, hay que adaptar la producción a la zona. Vos querés producir 1000 kg de carne por hectárea en un lugar que no lo puede generar lo podés hacer… tenés que hacer silo, tenés que hacer esto, lo otro… producción podés hacer la que quieras, pasa que por ahí después los costos en dólares son altos”. En ese sentido, también destacó la calidad de vida de las personas a las que suele asesorar: “Si ves las familias a las que asesoro en agroecología, todas viven bien. Pero es como que te queda todo libre. Cuando fui a ver a este chico de Amenábar, hace 25 años que tiene el campo y no sabe lo que es un banco”, reflejando la tranquilidad del productor a la que ya había hecho referencia José María.
Otra ventaja del sistema ganadero empleado que reconocen José María y Cecilia se vincula con la carga parasitaria: “Veíamos a los animales y capaz pensábamos que los teníamos que desparasitar. Y cuando hicimos el recuento de huevos nos dimos cuenta que no hacía falta. La otra vez nos pasó lo mismo, las bostas no tienen parásitos. Al ser tan espaciados los pastoreos, tenemos esa ventaja… que no solo se reduce a no gastar en desparasitantes, sino en todo el manejo que implica con los animales”, mencionó al respecto José María, a lo que Cecilia aportó que “otra cosa que notamos con este sistema es que no tenemos problemas de diarrea y que los partos son más tranquilos, porque los tenemos divididos y les damos espacio”.
Antes de concluir con el diálogo en la parada ganadera, un veterinario presente en el público realizó la siguiente reflexión: “La variable más grande, en mi experiencia con la hacienda, es la alimentación. En todos los demás campos, tenés todo cubierto… vacunas, sanidad, desparasitar... pero te falta comida. Y acá es al revés… la vaca se puede defender porque tiene comida. Parece un chiste, pero es básicamente sacar el foco de ahí y prestar atención a la comida que es lo que necesita el animal”. En total acuerdo, José María agregó: “Exactamente. Y eso habla del error que teníamos antes… que era sobrecargar los campos, hacer rotaciones aceleradas… hasta que entendimos que de lo que se trataba era de bajar la carga. El gran error, en mi humilde opinión, es invertir la pregunta importante. No hay que preguntarse cuántas vacas tenés sino cuánto pasto te da”.
Vuelta al punto de encuentro y cierre
Como cierre de la actividad, Sergio preparó un test para evaluar la estructura y la calidad de los agregados del suelo que consistía en poner diferentes muestras de suelo en agua. “Cuando un suelo está fértil, bien agregado, en el agua el suelo no se desarma. El mismo cemento que hace la microbiología hace que esto no se desarme”. Mientras hacía esa explicación exhibía la muestra de suelo de mayor contenido de materia orgánica. “En cambio en un suelo que está degradado y no tiene materia orgánica, pasa lo que pasa acá que vos lo ponés y en minutos se desarma todo”, explicó Sergio a la par que enseñaba la muestra de suelo con menor contenido de materia orgánica. En ese instante, José María comentó de dónde fueron extraídas las tres muestras usadas para el test: “Las muestras son así. Este es un suelo de agricultura continua de por lo menos 60-70 años y que viene de una historia de soja, soja, soja y después soja [se refiere a la muestra más degradada]. Esta otra corresponde al lote de centeno que vieron y que roleamos el año pasado, que evidentemente ya muestra, por más que sean campos que han tenido ganadería y demás, que hay una diferencia importante [señala la muestra de suelo intermedia]. Y esta última fue tomada debajo de ese alambre que ya se ve que tiene una estructura de poros muy buena”.
Como cierre y recuperando nuevamente la importancia del suelo para la agricultura y la ganadería, Sergio destacó: “Lo que se ve acá en las muestras de suelo degradado [toma la muestra más degradada] es lo que se conoce como «estructuras laminares». Cuando el suelo se parte así horizontal, son estructuras laminares, ¿ven? La raíz no es que no tenga fuerza para romperlo sino que no tiene oxígeno. Si vos lo rompés, la raíz pasa. Pero si no tiene oxígeno, no la puede atravesar. Entonces hay que ver que la mayor fertilidad del suelo está en la porosidad porque si vos tenés un suelo con 70% de poros quiere decir que la raíz tiene opciones para tomar lo que sea. Vos podés tener mucho mineral, hacés un análisis que te da que estás muy bien de fósforo, pero no tenés poros…¿dónde lo va a ir a buscar la raíz? A vos te da el análisis bien, no le aplicaste nada y no tuviste cosecha. La raíz no tuvo cómo acceder a ese fósforo. La porosidad es muy fácil de ver con este sistema agroecológico. Y cuánto más poros tenés, mayor fertilidad vas a tener también. Eso es lo que te permite ver este estudio [refiriéndose a las 3 muestras de suelo en agua]”.
“Nativa Sur” constituye un Faro Agroecológico sumamente valioso para una localidad como San Antonio de Areco que practica mayoritariamente una agricultura y ganadería convencionales; demuestra que otra manera de hacer las cosas es posible, que se puede producir y vivir en el campo, cuidando el ambiente y la salud de las personas. ¿Recetas? No las hay. Lo que hay es un cambio de paradigma basado en ciertos principios que orientan las prácticas productivas. Nos quedan varias preguntas pero también varias certezas. Sin suelos sanos y vivos no es posible una agricultura independiente de insumos. Sin suelos sanos y vivos es inevitable la erosión del suelo. Sin suelos sanos y vivos no es posible generar alimentos saludables y nutritivos. Sin biodiversidad se interrumpen procesos naturales importantísimos para sostener los suelos y los cultivos vitales. En definitiva, como sostiene el Ing. Agrónomo Jairo Restrepo, mencionado varias veces por Sergio durante la recorrida, sin regeneración de suelos es imposible la regeneración de nuestras sociedades que creemos tan necesaria.